Un Sentimiento No Traten de Entenderlo


Recuerdo ese verano recién comenzando el año 2001 que una persona muy conocida y allegada a mis tíos me invito ir a ver un partido de básquet. Yo con 10 años ni enterado solo miraba partidos por televisión NBA, a veces, cuando enganchaba algún partido, pero la verdad ni idea. Igual estaba entusiasmado y agarré viaje.
Al llegar al lugar, sacamos la entrada y nos dirigimos hacia la popular la persona que estaba conmigo empezó a hacer la suya, se puso a cantar se compenetró en el partido, así que decidí hacer la mía y me fui a recorrer el lugar, la gente observaba atentamente el partido mientras cantaba o puteaba, yo tranquilo era chiquito pasaba por al lado de todos y de vez en cuando me quedaba a observar el juego y me enganchaba con algunos cánticos clásicos, pero estaba en un lugar desconocido que a la vez me manejaba como si estaba en mi casa porque iba venia al ser chico entraba y salía de cualquier lado, de un momento para otro pasaba de estar en la popular, con ese terrible griterío, a estar debajo de las plateas tratando de subir las lonas (que en ese momento eran las publicidades) para poder ver el partido. Realmente no recuerdo quien ganó ese partido ni contra quien jugamos porque la emoción que había sentido me había exaltado de tal manera que estaba como shockeado, algo extraño pero me sentía así.
Cuando me volví a mi casa me puse a contar el tiempo que faltaba para volver a ir, en ese momento en la segunda categoría de la Liga Nacional de Básquet se jugaba de local cada 15 días.
Llegó el momento que me hice fiel al equipo que sentía miles de cosas al verlo, al escuchar a la gente gritar imagínense o díganme si me equivoco que cualquier persona de la platea con traje o muy bien vestida y muy culta insultaba y alentaba a la par de un sacado que estaba arriba del paravalancha. Es increíble dentro de la cancha están todos a la misma altura. Traté de hacer lo más rápido posible para aprender la mayor cantidad de cánticos, si, los llamo así porque es algo sagrado y es algo que no tiene que faltar en cualquier lugar donde juegue mi equipo, haya 2000, 200, 20 o 2 personas siempre algo tiene que salir para que los jugadores sepan que gente llegó y que siempre está junto al equipo.
Era algo increíble que mis viejos me decían que si no estudiaba o si me mandaba alguna me suspendían la cancha. Y NO!, “Prohibime lo que quieras, pero a la cancha yo voy igual”.
Empezaron los clásicos con el equipo ese de la avenida San Martín. Qué lindo ser un GUACHO, si literalmente un guachito y llegar a las cuatro de la tarde sabiendo que el partido era a las 21:30 para estar entre los primeros. Después ese club se empezó a aprovechar de la plata de la gente visitante, porque ponía (aún lo hace) el precio de la entrada al doble casi el triple. Si una locura, pero como saben que se  llena y la gente del barrio Las Morochas no se fija en la plata (no porque le sobra sino porque donde juegue el equipo SIEMPRE HAY QUE ESTAR, como dice la canción CUESTE LO QUE CUESTE) tratan de agarrar unos pesos de más.
Es el día de hoy que siento lo mismo por el club, y pensé que era una locura de chico, que se me iba a ir pasando a medida que crezca pero por el momento no es así, cada día es peor. No es muy cuerdo pensar que a veces es innecesario hacer viajes cansadores de seis horas estando en el último puesto. Bueno la gente por el club Lo hace. Viajar y preguntarse ¿Por Qué? Una explicación de ¿Por Qué hacemos todo esto? Y llegar a la cancha o ver a los jugadores salir al parquet y que se te pase todo. Cada vez que no estoy me pone muy mal no poder ir a la cancha. Me da bronca estar a 600km y poder ir de vez en cuando. Pero yo sé que jamás voy a fallar a mi equipo el Club Argentino De Junín.


Por Lucas Hernán Oros

“…HOY SE PRENDEN LAS ANTORCHAS
PORQUE REGRESO A MI INFANCIA,
SIGUE TODA LA ELEGANCIA

DE AQUEL PASADO DIVINO,
Y EN MI BARRIO EL SENTIMIENTO
POR MI QUERIDO ARGENTINO”.